Prefacio;

Siempre penzé que los hermanos estaban para protegerte y mas si eres la menor de la familia, pero cuando lo que tu creias era tu mundo, en verdad es una farza inventada para no lastimarte con la verdad hiere mas que haberla dicho desde un principio.....

viernes, 13 de agosto de 2010

Cap : O2 Human Experience [Part Three]

Rob Golpeo la pelota, esta hizo un gran ruido, pareciera que de la fuerza del saque de mi hermano la pelota se fuera a partir en dos.
Mire la pelota fijamente, mi mano y mi raqueta estaban listas para dar el mejor golpe a esa pelota y anotar un punto.
Al mismo tiempo que mi hermano sacó, pude sentir como una fuerte ola de energía me golpeaba hasta tirarme de rodillas en la cancha, Sacudida y con dificultades para respirar y por consiguiente para hablar.
Robert se percato de mi acción, al parecer creyó que me dio miedo el saque debilucho que hace segundos había llevado a cabo.
Se mofo de mí gritándome desde el otro lado de la cancha.
-¿Te asustaste con ese saque?- inquirió sarcástico- y eso que no le pegue fuerte.
No pude contestarle prácticamente me estaba asfixiando, la vista se me nublaba, pareciera que me sumergía en un foso sin fin y sin escape alguno.
Mi hermano se alarmo porque no respondí a uno de sus típicos sarcasmos, se acercó a mí a una velocidad vertiginosa; se hincó a mi lado, tomo mi rostro con una de sus manos, examinó mis ojos. Por lo que pude oír no encontró nada ni pudo ver nada, porque no dejaba de llamarme.
-¡Aianna! ¿¡Me Oyes!?- Gritaba Histérico
Mis pulmones no tenían aire, habían sido bruscamente golpeados. No había ni una pizca de oxigeno en mi. Traté de jalar aire por la boca pero no hubo resultados, Mis pulmones seguían sin aire.
Robert me tomo entre sus brazos; me cargó a mí y a las raquetas hasta la camioneta que estaba en el estacionamiento.
Ese transcurso de tiempo me pareció eterno, entre más pasaba más me sumergía en ese foso. Sin miedo a errar me atrevo a afirmar que experimente lo que para un humano es la muerte. Pude sentir que a cada segundo me sumergía más y más y más sin poder hacer algo por salir, me asfixiaba; esa ola de energía me devastó.
Mientras me sumergía en ese abismo pude sentir como Robert me sujetaba al asiento haciendo uso por primera vez de un cinturón de seguridad, al mismo tiempo que besaba mi frente y repetía una y otra vez “No me dejes Aianna, no de nuevo”.
Robert termino de asegurarme al asiento, subió a la camioneta poniéndola en marcha inmediatamente.
En mi agonizante experiencia se podría decir mortal, intente jalar aire por la boca una vez más, sin resultado alguno.
Mis pulmones habían sido vilmente aplastados, como cuando una bolsa de papel está llena de aire y la pisas. Mis pulmones estaban así de heridos, aunque quisiera mi debilucho Pecho no podría siquiera retener por medio microsegundo una bocanada de aire.
Así que me rendí y deje de luchar por jalar aire y por supuesto de arañar el asiento, en señal de lucha, solo me quede inmóvil en el vacío.
Al parecer lo que hice a mi hermano no le gusto mucho, me jalaba por el brazo izquierdo sin cesar y gritaba de nuevo “Aianna No, Lucha por mí”.
Deje de sentir los jalones de Robert, también deje de oír sus suplicas para que no me rindiera, solo permanecía inerte en mi asiento, en un abismo sin fin. En el pude ver a las personas que vi morir en Gales, y me lamentaba por no haber hecho nada por ayudarlos a salvar su preciada vida.
Mire en ese inmenso fondo negro, masacres gigantescas por mi causa, pueblos fantasmas, no quedaba nadie en ellos, gente inocente asesinada a manos de un sequito de viles Strigois.
Y yo no hice nada más que huir de esas tierras. Esos actos de mi pasado me atormentaban, el hecho de no haber puesto resistencia a los caprichos de un Príncipe vampiro proveniente de Gales, que supuestamente estaba perdidamente enamorado de mí.
Me sentía miserable ¿Tanta gente muerta solo para alagarme?, ¿En qué mente cabe la idea que alagaras a una chica matando gente por muy vampiro que sea?, pues a mi parecer en ninguna que este cuerda, por eso mismo huí de Gales.
Cada recuerdo de todas las cosas que hice en mi vida me hundían más en el hoyo y me impedían respirar.
Me resigne y me deje llevar por las sombras. Después de todo soy hija de la obscuridad

Cap : O2 Human Experience [Part Two]

Mientras estaba sentada me puse a desempacar mi atuendo de tenis y mis demás cosas para jugar.
Al tener mi ropa deportiva afuera empecé a desabotonar la blusa que llevaba puesta.
Pude notar que el espejo que estaba dentro del cubículo, cerca de un pequeño locker reflejaba mi piel blanca y mi brassiere. Exhalé el aire de mis pulmones y empecé a desvestirme de nuevo, quitándome el pantalón de mezclilla y retirándome los botines de los pies dejando a la intemperie los mismos que a mí parecer tenían encima unos calcetines bastante blancos.
Volví a mirarme en el espejo, allí estaba yo en ropa interior y calcetines tratando de aparentar algo que no era, me volví de espaldas al espejo.
Me deshice de mi blusa la doble al igual que el pantalón y los guarde en mi maleta, en cuanto a los botines solo los metí dentro del locker.

Continué en la hazaña de cambiarme de ropa, no era complicado pero en mi cabeza ahora existía una maraña de pensamientos eso me complicaba el cambiarme, rápido.
Logre darme un respiro y me puse mi camisa rosada, era mi favorita, después mi falda combinada con un short pequeño.
Mi atuendo para jugar tenis era precioso me encantaba por la combinación de colores, rosado y blanco era lindo, pero aun me hacía falta algo; ponerme los tenis, cosa que me daba bastante pereza pero era muy necesario usarlos, no podía jugar descalza, bueno si podía pero Robert no lo vería con buenos ojos, así que a ponerse los tenis se ha dicho.

Tome asiento de nuevo y me incline hasta llegar a mis pies, tomé mis tenis de la banca y me los puse, anude las agujetas y me puse de pie.
Me mire en el espejo que había allí, me veía tan humana que en mi rostro apareció una sonrisita graciosa que me alegro un poco el día. Revise mi peinado y me veía bien.
Tome mi maleta del suelo, la cerré y la introduje en el locker donde se encontraban mis botines. Cerré la puertecilla del locker con la llavecita y esta misma la puse en el pequeño bolcillo de mi falda.

Caminé hasta la salida del vestidor. Ya allí afuera me puse a buscar entre la gente a alguien que se dirigiera a las canchas de tenis, donde se supone que estaría mi hermano.

Logré encontrar a un chico, lo seguí y ya entrando en la zona de las canchas mire hacia una de ellas y allí estaba Robert con una mirada furtiva que se dirigía en mi dirección, era más que obvio que él estaba molesto conmigo, pero eso a mí no me dio importancia alguna.
A fin de cuentas mis sentimientos a Robert no le importaban absolutamente nada.
Caminé despreocupada con paso firme en dirección a él, a cada paso que yo daba su mirada se volvía más retadora.
Yo en defensa le obligué a dejar de mirarme así emitiendo un gruñido gutural, desgarrador y lo bastante fuerte como para que él se pusiera en guardia, era como si un león estuviera a punto de atacar a otro.

Robert trataba de intimidarme con la pose que había tomado y mirándome como si fuera a matarme en ese preciso momento, a mi parecer eso no daba ni tantito miedo.
Escéptica enarqué las cejas mofándome de su intento fallido por asustarme.
Acto seguido le mostré los dientes afilados, le gruñí una vez más. Robert solo se limito a relajar la postura, bufo, me miro de pies a cabeza, lógicamente yo seguía dispuesta a responder algún ataque de su parte.

Rob se sorprendió por mi reacción y al parecer esta lo obligó a relajarse una vez más.
Camino unos cuantos pasos lejos de mí, se volvió y me miraba como si buscara algo en mí algo raro, olfateo el aire y sus ojos se tornaban obscuros como la obsidiana, siguió mirándome, hasta que al fin me sostuvo la mirada. Yo no iba a bajar la guardia seguía tal y como antes. Dispuesta a todo.

El solo se limito a darse la vuelta de nuevo y tomar su posición de juego al otro lado de la cancha, seguía mirándome.

-Estúpido vampiro cobarde- me dije a mis adentros.
-Aianna guárdate tus comentarios- Balbuceo

Me percate que Robert leía mis pensamientos. Esto lo hacía con tan solo ver mis ojos, y establecía una especie de contacto entre mi mente y sus ojos lee mentes, me disgusto el hecho porque al parecer yo nunca tendría privacidad, eso significaba que siempre que yo lo veía a los ojos él no se aguantaba la curiosidad de saber lo que yo pensaba y hurgaba en mis pensamientos, eso no era jugar limpio.

-¿Quieres hacerme el favor de dejar de leer mis pensamientos?- le grite enfurruñada
-Aianna cállate por favor- replico irritado
-¿Sabes qué? Dame mi raqueta- le ordene enérgica- esto lo arreglaremos en la cancha.

Robert se acercó a mí a una velocidad; promedio, pero imposible de ver a los ojos de un humano, me tomo por el brazo y nuestros rostros quedaron a tres centímetros de distancia entre ellos.

-¡Maldita sea! ¿Qué tú no puedes estar un momento en paz conmigo?- inquirió molesto
-No- admití tajante- así que dame esa raqueta ahora mismo.
Liberé mi brazo y tomé distancia.

-Mierda Aianna ¿Cuándo será el día que obedezcas mis órdenes?- me cuestiono
-El día en que tú dejes de ensañarte conmigo hare lo que tú me pidas- le señale molesta

Le arrebaté mi raqueta de la mano y tome mi posición de juego, al otro lado de la cancha, estaba lista para dar mi vida por así decirlo en este juego, Robert tenía que entender que no puede controlarme como a una marioneta. No más.
Verdaderamente estaba molesta con mi hermano, el no entendía nada de lo que yo quería. Y en definitiva este juego era mi oportunidad perfecta para demostrarle que ya no soy una niña inmadura como se que él piensa que soy.

Rob me miro por un momento, pude notar sus ojos carecían de luz y de cambio alguno, aun conservaban ese color negro, igual que la obsidiana.

Mi hermano era tan cerrado a la posibilidad de aceptar que comete errores, que su actitud me enfermaba.

Inhalé profundo, volví la cara hacia el astro rey que brillaba fuerte en las alturas, sus rayos me daban calor, ese calor tan agradable que tanto extrañaba sentir desde hace décadas.
Sin querer en mi cara apareció una gran sonrisa, el sol influía en mi estado de ánimo, mi piel fría cual tempano de hielo podía sentir la calidez del ambiente, este tenía que ser uno de esos días inolvidables como dicen los humanos.
Podía sentirlo a pesar de la negatividad de mi hermano, el aire tenía algo especial, algo que podía hacerme sentir nervios y extraña. Esa sensación de vértigo que hace que le tiemblen a uno las extremidades y los dientes, no puedo explicar el mar de sensaciones que ahora sacuden a mi persona, solo sé que hoy acontecerá algo que quedara en mi memoria.
Robert tomó la pelota de tenis en sus manos y se preparó para sacar.
Yo empuñe mi raqueta con seguridad, para ganar esta contienda.
Robert aventó la pelota hacia arriba y con la mirada siguió la trayectoria para golpear la pelota con la raqueta, mi hermano desde mi posición se veía majestuoso e imponente.

Cap : O2 Human Experience [Part One]

Mientras el conducía hacia el Club yo miraba por la ventana a los humanos.
Ellos vivían su vida sin ninguna preocupación, sin sospecha alguna de que existían criaturas como mi familia y yo.
Entonces pensé en cuestionar a Robert, el porqué de esa Regla.

Cuando volví la mirada hacia él, su rostro aun seguía con los labios apretados, el ceño fruncido y esa mirada ausente. Parecía que estaba molesto por algo o con alguien.
Dudé en preguntarle qué era lo que le pasaba, cuando el volvió su rostro hacia mí, pude notar la mirada furibunda que ahora embargaba totalmente sus ojos.

-Me puedes decir ¿por qué te portaste así con el Vallet?- pregunto enfurruñado
-Solo quería ser amable.-admití

Realmente quería serlo, no había otra intención...

-¡Maldita sea dime por qué haces cosas que no debes!- respingo aun más molesto
-Rob, enserio no hubo otra razón más que ser amable con él.

¿Qué le pasa, creía que me lo iba a cenar o qué?...

-No, tú sabes a que me refiero sabes que lo que me molesta es que rompas las reglas- me gritoneo
-Robert, esa regla es molesta- Balbucee

Y si que lo era...

-No vuelvas a decir eso. Tú no sabes que esa regla nos salvaguarda de la desgracia- Me gritoneo una vez más mientras y su mirada seguía fija en el camino

Genial ahora estaba molesto conmigo...

-Es que es ilógico, los humanos no nos han hecho nada, ni pueden hacerlo y tú los aíslas de nosotros, ¿Por qué lo haces?-inquirí mirándolo mientras el conducía rumbo al club
-Mira no pienso discutir eso contigo, solo promete que no hablaras mas con ellos- me ordeno
-¡No, no prometeré nada hasta que me digas porque pusiste esa estúpida regla!- replique molesta
Yo necesitaba saber por que...

Emitió un gruñido estruendoso desde su pecho que me callo. Me dejo helada.
-¡Ya te dije que no, ahora obedece y promete que no hablaras más con un mortal nunca!- me mando enérgico

Resignada trate de recuperar la respiración, volví la mirada hacia él. Apreté los labios antes de responderle, desvié la mirada y volví a dirigirla hacia mi hermano

-¡Esta bien!, lo prometo pero lo hago en contra de mi voluntad, ¿ya estas feliz?- replique enojada
-¡No, lo comprendes! esto es por nuestro propio bien- trato de aclararme
-Eso nunca lo sabré ¿y sabes? algún día lo averiguare, y por mi cuenta corre que lo hare
-¡Aianna, deja de de decir estupideces! solo acata las reglas y no las cuestiones ¿está claro?- añadió furioso
-Para mí no está claro. Pero está bien Robert obedeceré una vez más sin saber si está bien o no- añadí decepcionada
-Mira no te pongas así- Trato de calmarse esperando un momento- cuando sea el momento apropiado te diré por qué hago esto.
-Solo déjame en paz en lo que resta del camino. Sabes no quiero hablar más con alguien que miente.
Robert, accedió a mi solicitud guardándose sus opiniones, después de que le dije mentiroso.

La decepción me hacía sentir vacía y nostálgica.
Deseaba con todo mí ser que Ashlyyn estuviera acompañándome en lugar de Robert.
El no era tan sensible y comprensivo como Ashlyyn. Me pesaba tanto que ella no pudiera estar conmigo.
Me resigné. Respire hondo. Y volví el rostro hacia a mi hermano

-Dime, ¿porqué?- inquirí. Mientras miraba por la ventana desilusionada- ¿Que hice yo, para que me trates así?

Robert jamás contesto a mi pregunta. Seguía sumergido en sus pensamientos, en su mundo solo importaba lo que él ordenara eso era más que evidente.

En su vida solo existían dos personas él y Marie, solo por ellos se preocupaba por nadie más. Pero a fin de cuentas yo siempre terminaba cediendo a sus excusas, no había oportunidad para que él se sincerara conmigo.
Tenía que admitirlo, viviré toda la eternidad sin saber la razón de esa regla, y sin saber porqué mi hermano tenía esa fascinación por hacer que mi vida fuera miserable y aburrida.

Al llegar al estacionamiento del Club, Robert estaciono la camioneta en un lugar libre debajo de un maple. Inhaló aire, cerró los ojos y recargo su cabeza en la cabecera del asiento. Por supuesto que no relajo la postura que adquirió durante nuestra pelea en el lobí del edificio. La camioneta se encontraba bajo la cálida sombra del árbol sin movimiento alguno.
Desesperada lo mire por última vez con frustración bajé de la camioneta bastante molesta para ser sincera.
Tomé mis cosas del asiento de atrás, empecé a correr por el estacionamiento y me dirigí a donde yo creía se encontraban los vestidores para damas.

No llegue a ningún vestidor ya que yo no sabía a ciencia cierta donde se encontraban los vestidores; porque Robert nunca me llevaba ni me dejaba salir a ninguna parte, así que tuve que recurrir a seguir a alguien que a mi parecer fuera a un vestidor.
En el camino mientras deambulaba, encontré a una chica que traía raquetas y una maleta, por lógica ella tenía que cambiarse de ropa así que la seguí con cautela hasta los vestidores.
Ya encontrándome allí dentro busqué un cubículo libre para cambiarme, No encontré ninguno cercano a la salida, eso me disgustaba seguramente si encontraba uno libre estaría oscuro y me agradaba la luz lo suficiente como para no estar cerca de ella. Seguí buscando sin resultados. En definitiva no había ningún cubículo libre para mí.
Camine un poco más y me adentre hasta el fondo del vestidor y allí estaba un cubículo libre, esperándome. Pero tenía que asegurarme de que ninguna otra persona haya visto ese espacio libre como yo, así que me dirigí hasta el con cautela, apresure mi paso para ser yo la primera en ocuparlo.
Llegué hasta el cubículo, me senté en la pequeña banca de madera que había allí dentro de la estructura. Estos cubículos eran parecidos a los que tienen los futbolistas en sus vestidores, bastante cómodos pero sin privacidad.


Continuara...

miércoles, 7 de julio de 2010

Cap : O1 A New Day

Me encontraba sumamente aburrida y fastidiada de estar siempre encerrada en mi habitación.

Yo necesitaba salir de este agotador encierro. El siempre vivir y a diario ver cuatro paredes, una puerta y medio ventanal empezaba a causarme claustrofobia. Pero para mi desgracia no, podía hacer nada para remediarlo.

Mi hermano Robert era el celador de mi habitación.
Nunca me dejaba salir a ninguna parte a menos que fuéramos de caza. Él pensaba que el salir de casa y convivir con los humanos
Era peligroso para nosotros, así que estableció una regla en la familia. Esta consistía en que nadie podía hablar y mucho menos entablar o sostener una relación de ningún tipo con un humano.
Yo no entendía el por qué de esta regla a ciencia cierta pero tenía que respetarla y no objetar nada en contra de esta, a fin de cuentas él era mi hermano y no podía faltarle al respeto Objetando en contra de sus Reglas.

Me resigne y me dispuse a pensar la razón de la exclusión que Rob nos imponía.
¿Qué le habían hecho los humanos?, Qué razón había para aislarse así de ellos? Los humanos no podían hacernos nada, nosotros somos maquinas perfectas para matar y por si fuera poco somos inmortales, ¿Ellos qué podían hacer en nuestra contra? Siendo lógicos nada. Ellos creían que nosotros los vampiros éramos Monstruos de los cuentos de hadas y que tal vez habíamos existido en la época medieval, ¿Cuál era el riesgo entonces si ellos ignoraban nuestra existencia?
En si no había razón alguna para esa regla pero el porqué sigue en mi cabeza, taladrándome cada vez más fuerte.


Traté de calmar esas ansias escuchando música. Algo de rock para alocarme un rato no me haría mal.
Logre alejar de mi mente ese porqué que tanto me agobiaba pero en cuanto en mi reproductor de CD'S empezó a sonar Humanity de los Scorpions Regreso esa pregunta sin respuesta, esas ganas de saber, ese porqué. Esto se había convertido en una obsesión.


Mientras brincaba en mi cama oyendo el rock que tanto me gustaba, empecé a hacer hipótesis de la posible razón del porqué no quería que tuviéramos nada que ver con los Humanos y llegue a una pequeña conclusión personal.

Tal vez, temía que los humanos descubrieran lo que en realidad éramos y que se ocasionara tal alboroto que tuviéramos que vivir por siempre escondidos en Alaska.
Y la otra posibilidad era que él pasó por una mala experiencia con un humano y no quería exponernos a algo similar que nos afectara tanto como a él.

Mis conclusiones no calmaron en nada mis inquietudes solo me daban más ganas de saber por qué esa actitud fría con los humanos por parte de Robert, pero a pesar de esa inquietud que ahora vivía en mi, tenía que hacer algo por este aburrimiento que me asfixiaba, me estaba hartando de todos los días hacer lo mismo así que decidí bajar a hablar con él.

Apague mi reproductor de CD'S y me dispuse a bajar a la sala para reunirme con mi hermano.
Me acomodé la ropa que traía puesta, ya que a él molestaba que estuviera desalineada mi ropa. Mi hermano me educaba con mucha disciplina, pero aun así mi cariño por él era inmenso.

Bajé con suma delicadeza por los peldaños de las escaleras. Prácticamente el susurro del viento era más ruidoso que mi paso a
La sala donde él se encontraba mirando la televisión con la misma mirada ausente de siempre. Se veía sumamente distraído así que baje con más cautela, me acerque lentamente hacia el sillón donde se encontraba, me coloque detrás de él, sobre puse mis manos encima de sus hombros y estaba a punto de decirle algo, cuando tomó mis manos.

Me haló de ellas hasta que mis brazos rodearon su musculoso pecho. Volvió hacia mí su rostro inescrutable y me dedico una
Sonrisa burlona, que hacía décadas no la veía en él.
Su mirada era pasiva y sin ningún rastro de molestia por mi intento
Fallido por asustarlo.

-¿Que se te Ofrece Aiiana?- pregunto entre risitas bobas
-Pues venia a platicar contigo- Admití. Mientras dejaba caer mi cabeza detrás del oído de Robert- digo si no te molesta, claro
-Está bien. Pero antes, ¿Me puedes decir por qué tramabas asustarme?-Declaró
-¡Ah! Te diste cuenta- dije evasiva- Bueno, quería ver si lo lograba, no funciono ¿Verdad?
- ¡Sí! Me puse Blanco del susto-Rio jubiloso- Aiiana, dime que necesitas y déjate de tanto rodeo.
- Bueno pues quería decirte que necesitamos salir de este encierro tan asfixiante.

Me miro intrigado por lo que yo decía. Enarcó sus cejas escéptico. Su mirada me confundía pero a la vez me daba confianza para seguir hablando.

-¿Y quieres que salgamos?- dijo inexpresivo, Jugueteando con mis brazos en su pecho
-La verdad si- admití- deseo tanto salir de esta casa para respirar un poco de este encierro.
-¿Entonces quieres ir de caza?- Replico meditabundo
-No- declaré tajante
-Bueno y... ¿a dónde quieres ir?- pregunto confundido
-Pues, no sé, pero es un hecho que quiero salir
-Que te parece que vallamos a jugar Tenis.- inquirió indeciso. Mirando mi rostro con una mirada pícara- ¿Te parece buena idea?
-Me parece buena idea- accedí complacida.- pero dime una cosa ¿Tú sabes jugar tenis?
-Sí, y para tu información lo sé jugar muy bien así que mejor ve resignándote porque vas a perder- Fanfarroneo
-¡Ya veremos Robert¡- replique indignada, retirando mis brazos de su pecho- No te voy a dejar ganar
-Pues si piensas ganarme allí parada, no creo que lo logres así que mejor ve por tus cosas y vamos al club a jugar- dijo seguro de sí mismo
-Está bien Señor Fanfarrón, yo ganare- Fanfarronee un poco- solo por eso iré por mis cosas no porque tu lo digas.
-Aiiana, solo ve por tus cosas esta pelea la arreglaremos en la cancha- Fanfarroneo una ves mas
-Sí, si Rob solo deja de ser tan presuntuoso- replique mofándome
-! Entonces, apresúrate ¡- añadió risueño
-Ok- dije entre carcajadas jubilosas

Después de haber pasado por lo más duro, el tratar de convencer a Robert. Me hacía sentir satisfecha al haber logrado mi propósito. Me volví hacia él.
Me le abalancé, lo abrase fuerte y bese una de sus mejillas.
Él esbozo una sonrisa que no logre descifrar, besó mi frente, acto seguido hundió su rostro en mi cabello y de igual forma me abrazó, muy fuerte. Tan fuerte que un humano hubiera sido demolido al instante por la fuerza que aplicó.
Nuestro abrazo duró hasta que miré el reloj que estaba atrás de él.


-! Oh no ¡debo apresurarme o saldremos tarde para jugar- dije alterada
-Cierto Aiana- asintió, después me liberó de la prisión de sus brazos- ve por tus cosas aquí te espero.

Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación. Una vez allí dentro, me senté al pie de mi cama y en mi cara apareció una sonrisa de satisfacción que hace mucho no tenia y esta fue interrumpida por mi hermano.

-¡¡Aiiana, no te oigo buscar tus cosas!!- Declaro- deja de perder el tiempo y apresúrate

Esbocé una sonrisita burlona

-Cálmate, ya voy y para tu información el tiempo es lo que me sobra- añadí riéndome
-¿A si? , pero tu tiempo no cuenta con que puedo cambiar de opinión-me advirtió

Empecé a hacer alboroto con mis pies, para que se calmara

-Ah, pues te equivocas porque si estoy buscando mis tenis- repliqué
-Menos mal, pero apresúrate por favor- insistió

Despeje mi mente y empecé a buscar mi maleta deportiva, dentro del armario de mi habitación. Logré encontrarla solo hacía falta encontrar mi atuendo para jugar y mis Tenis deportivos.

Mientras me encontraba empacando mis cosas tarareaba una canción improvisada, eso me tranquilizaba y evitaba que me distrajera pensando en otra cosa que no fuera el juego de tenis.
Aunque me encontraba sumamente sorprendía ya que Robert aceptó el que saliéramos a otro lugar que no fuera un bosque para cazar.

La euforia me quemaba por dentro. Esto hacia que riera y sonriera constantemente, eso era algo que no pasaba generalmente amenos que encontrara a algún alce rejego que me retara cuando íbamos a cazar. Solamente bajo esa situación recuerdo haberme
Puesto así de eufórica, de allí en fuera no había pasado. Pero por ahora tenía que dejar eso por un lado si no quería que mi hermano cambiara de opinión.

Cuando al fin termine de empacar mis cosas me arregle un poco el cabello y puse algo de maquillaje en mis ojos.
En cuanto termine de arreglarme un poco baje inmediatamente y al pie de las escaleras se encontraba Robert esperándome como lo había dicho antes.
Me miro incrédulo, de pies a cabeza. Enarcó sus cejas. Y después me miró una vez más.

-¿Donde es el desfile?- se mofó mientras me extendía la mano- porqué podría acompañarte
-¡Cállate!, siempre me visto así- añadí molesta

Bueno no siempre. Hoy me había recogido el cabello haciéndome una coleta en la nuca. Y me delinee los ojos con un lápiz para ojos color negro.

-Está bien, solo no te molestes- dijo entre risas- aunque esa coleta te sienta bien. Se ven preciosos esos risos en tu espalda cayendo en forma de cascada hasta llegar a tu cintura.
-Supongo que... que debo decir Gracias.-Me ruborice ligeramente- así que... Gracias
-Bueno. En este momento no es necesario porqué aunque parece que vas a un desfile de modas, te ves Preciosa- Declaro con una sonrisa picara
-Gracias-murmure- no soy la belleza encarnada pero te agradezco el cumplido
-Te equivocas-Balbuceo- pero dejemos esto para después, ahora debemos irnos.
-De acuerdo.

Al terminar nuestra pequeña charla mi hermano camino desde la sala hasta el corredor principal del loft. De ese mismo corredor abrió una puerta y de allí sacó dos raquetas.
Las raquetas se las echó al hombro, en un instante se volvió hacia mí.

-¿Vienes o te quedas allí petrificada?- se burló una vez mas de mi
-¿eh?- dije distraída- ¿qué?
-Creo que te quedaras allí petrificada- balbuceo
-¡Cállate!, vámonos antes de que el sol deje de dar calor

Robert caminó hacia el ascensor, mientras yo seguía allí echando raíces donde estaba parada, no podía creer que mi hermano aceptara salir a otro lado que no fuera un bosque.
Pero eso no era lo que más me impactaba si no que había correspondido a mis muestras de afecto, eso era sorprendente el solo había sido cariñoso conmigo en los primeros meses de mi nacimiento y después se alejó de mí.

Al recordar esos tristes momentos de mi vida, reaccione y camine cabizbaja sin mirar por donde iba. Robert emitió un rugido gutural que me despabilo y me hizo mirar hacia el frente dándome cuenta de que mi hermano ya se encontraba en la puerta del ascensor esperándome.
Este me lanzo una mirada furibunda

-¡Apresúrate!- me ordenó
-Si- dije sumisa- ya voy.

Cerré la puerta del departamento y me dirigí hasta él cuando llegue a su lado.
La puerta del ascensor se abrió y allí dentro se encontraban dos hermosas chicas humanas una de tez apiñonada y cabello castaño y la segunda de tez blanca y cabello rubio.
Las dos miraron a mi hermano de pies a cabeza. Cuando observaron su rostro no dejaron de examinarlo una y otra vez con inusual insistencia.
Mi hermano envés de reaccionar como ellas creían él ignoró su presencia. Me tomo por el brazo y me introdujo en el ascensor.

Acto seguido miro por el rabillo del ojo a las ahora boquiabiertas chicas que se desbordaban de emoción al tenerlo a tan solo unos cuantos centímetros de su alcance

Volvió la mirada hacia mí

-Dame tu maleta- ordenó
-Puedo llevarla sola, no te preocupes- repliqué
-! Dame la maleta ¡por favor- me ordenó ahora molesto
-Está bien, ¡tómala tómala!- le dije alterada

Le entregué la maleta. Él sin demorar más de un segundo se echó mi maleta al hombro, justamente en el mismo donde se encontraban las raquetas. Al ver la acción de mi hermano, las chicas humanas se emocionaron al ver la fuerza que poseía mi hermano.
Empezaron a parlotear entre ellas refiriéndose a mi hermano


-¿Ya viste que fuerte es?-
-Sí, tiene unos brazos muy poderosos-
-Sí, es simplemente perfecto-
-Tienes toda la razón- admitió la rubia


-La chica que está a su lado ¿será su novia?- pregunto la castaña
-Pues no lo sé, pero no es muy agraciada. Seré sincera ella es realmente fea para estar con él- añadió la rubia petulante

Al oír semejante estupidez, posé mi mirada furibunda sobre esa chica rubia altanera. Ejerciendo sobre ella la aplastante fuerza de mi mirada.
Ella no pudo liberarse de mí, estaba atrapada, sumergida en la furia de mis ojos.

Mi hermano de inmediato se percato de la pelea que yo sostenía con la chica humana. Emitió una risita burlona, acto seguido aclaro su garganta y rodeo su brazo por mis hombros acercándome a él. Acercó sus labios a mi oído, mientras yo seguía aprisionando a la rubia con mis ojos.

-¿Puedes dejar de competir con ella por favor?- me solicitó amablemente
-¿Por qué?- repliqué indignada con la mirada aun sobre esa boba rubia altanera
-Porque es molesto, además tú sabes que eres mucho más bella que ella- dijo tratando de calmarme
-¿A si? y dime entonces por que creen que no te merezco y que soy asquerosamente horripilante - dije enfurruñada ejerciendo aun más fuerza en mi mirada
-No lo sé, pero deja de competir con ellas es tonto competir por eso, tú siempre tendrás belleza. Ella al envejecer la perderá así que cálmate- susurró- Libérala Aiana. Estas a punto de lograr que se asfixie.
-No voy a liberarla- dije segura de mi misma- y sabes por qué dices eso. Porqué que a ti no te dijeron Horripilante.

-En esta ocasión si la dejaras en paz- declaro aun manteniéndome junto a su pecho- así que deja de hacerlo por favor

-Está bien- declaré- pero quiero que quede claro que no soy Horripilantemente fea como ella dijo ¿Queda claro?

-Sí, eso está clarísimo- dijo entre risitas arrugando el ceño

Acto seguido libere de la aplastante fuerza de mi mirada a la rubia.
Le tomaron pocos segundos recobrar el aliento. Al parecer si la estaba asfixiando como me había dicho Robert.

Al recobrar el aliento se dirigió a su amiga.

-ya viste Kate pelearon por mi causa- dijo satisfecha la rubia altanera
-Pues, sinceramente yo no lo creo Jamie, esa chica es la belleza encarnada- admitió la chica castaña
-Bueno, admito que es bonita, pero no como yo- dijo arrogante la rubia
-Si ella fuera como tu créeme que se pondría a llorar y no saldría nunca de su casa y por si fuera poco se operaria el rostro- Declaro
-¡Cállate ya! ese chico será mío de una u otra forma- replico furibunda
-Si tú lo dices- escéptica respondió

Mi hermano al oír la plática de las humanas, endureció la cara y apretó los labios. Intrigada por la reacción de mí hermano volví la mirada hacia las señoritas. La rubia que ahora respondía al nombre de Jamie, se dio cuenta de mi reacción así que me lanzo una mirada de desprecio, yo en defensa fruncí ceño y le lancé una mirada fulminante a esa altanera. Inmediatamente ella desvió la mirada.
Robert noto que la riña seguía en pie. Le lanzó una mirada furibunda a la humana, esta inmediatamente se puso sus gafas y se oculto detrás de su acompañante.
Temerosa volví la mirada hacia el rostro de mi hermano y pude notar que estaba irritado por mis acciones dentro del ascensor.
Me ignoro. Y claro el no relajó la postura hasta que llegamos a la planta baja del edificio donde se encontraba el lobí del edificio.

Cuando afín se abrieron las puertas del ascensor la rubia se despidió de mi hermano.

-Hasta luego- dijo más amable de lo soportable

El alzó su mano agitándola una única vez en señal de despedida. Sin mirar a las humanas que estaban detrás de nosotros, mi hermano volvió la mirada hacia mí. Me tomó por el brazo.
Caminamos unos cuantos pasos hasta quedar retirados del ascensor y del escritorio bastante amplio de mármol del portero.

Me acorraló en la pared de la izquierda y allí me volvió a tomar por el brazo de forma que quedáramos uno enfrente del otro

-No quiero que vuelvas a hacer eso, ¿entendido?- me ordeno
Molesto
-Pero...-
Interrumpió lo que iba a decir.
-Pero nada, no hay justificación para que riñas con una insignificante humana altanera- me gritoneo, mientras me acorralaba entre sus brazos

-Entonces haber si entendí- Comencé-¿tu quieres que deje que me hagan menos?
Robert se acercó a mi rostro de modo que entre ambos había un distancia de 30 cm.
Me miro y empezó a hablar de nuevo.

-Seamos realistas Aiiana, tu nunca vas a ser menos, eres inmortal tu belleza vivirá por siempre. En cambio ellas al pasar los años la perderán- me señalo furioso

-Está bien ya entendí, puedes dejar el sermón por un lado

Trate de darme un poco de espacio entre ambos. Lo cual fue fallido, aun siendo inmortal y teniendo fuerza sobrenatural mi hermano era el cuádruple de fuerte comparado conmigo.

-Está bien- Me recordó, aun estaba molesto- ahora vamos antes de que se haga tarde

Al terminar la última frase, me libero de la prisión en la que me tenía sometida. Empezó a caminar sin mirarme ni un solo momento.

-Claro- añadí sumisa, mientras caminaba detrás de el cual perrito faldero

Caminamos por el lobí del edificio hasta llegar al escritorio del portero.
Robert acercó sus labios a mi oído una vez más para advertirme antes de que pudiera si quiera pensar en actuar

-Déjame hablar a mí, no quiero que te relaciones con ningún mortal de nuevo- me señalo
-Está bien- conteste sumisa e inhibida por su actitud imponente
-Ok, solo actúa relajada y pase lo que pase no hables con nadie que no sea yo, ¿entendido?- me ordeno una vez mas
-Entendido- asentí

El únicamente se limito a hablar lo necesario con el portero para que trajeran nuestra camioneta

-Señor Billeneuve buenos dias-
-Buenos días, Peter vamos a salir-

-Señor, ¿gusta que traiga hasta la puerta su camioneta?-
-Claro, De preferencia que sea inmediatamente, por favor.

Jamás lo había escuchado ser tan cortes con un humano...

-Claro Señor- asintió el hombre

El portero tomo el teléfono de su escritorio. Hizo una llamada y en tres minutos nuestra camioneta estaba en la puerta del edificio

-Listo, señor.
-Gracias, Peter.
-Hasta luego señor Billeneuve, que tengan buen día- declaro amable
-Igualmente.

Robert me tomo por el brazo y me dirigió hasta la puerta. Camine como normalmente lo hacía claro sin contar que mi hermano me remolcaba como si tuviera 5 años y fuera inevitablemente berrinchuda para caminar por mí misma. Robert me jaloneo hasta llegar a la camioneta.
El Vallet Parking del edificio le dedico una sonrisa sumisa a mi hermano en señal de haber servido bien a su petición.
Acto seguido el Vallet sostuvo entre sus dedos índice y pulgar las llaves de nuestra camioneta.
Mi hermano volvió su mirada hacia el Vallet. Le dedico una sonrisa de aprobación y agradecimiento. Inmediatamente entro a la camioneta.
Yo en cambio tuve más valor que él, así saqué un billete del bolsillo de mi pantalón. Quizá era uno de 50 dólares no había importancia en eso. Se lo entregue al joven que nos había atendido amablemente en sus manos.
El Vallet me entregó amablemente las llaves en la palma de mi mano. Pude sentir el calor de su piel cuando rozó ligeramente mi palma con sus dedos. Inmediatamente al tener las llaves en mi poder, retiré mi mano.

-Gracias, y buen día- añadí amablemente
-De nada señorita Billeneuve, estoy para servirle- me guiñó un ojo

Desconcertada camine hasta la puerta del copiloto. Abrí la portezuela de la camioneta, me introduje en ella de un salto cerré la puerta sin el mas mínimo esfuerzo.
Me acomode en el asiento y volví la mirada hacia mi hermano. Me miraba confuso, apretó los labios, encendió el auto sin dejar de mirarme ahora con reprobación. Acto seguido me arrebato las llaves de la mano y puso en marcha el auto.