Prefacio;

Siempre penzé que los hermanos estaban para protegerte y mas si eres la menor de la familia, pero cuando lo que tu creias era tu mundo, en verdad es una farza inventada para no lastimarte con la verdad hiere mas que haberla dicho desde un principio.....

viernes, 13 de agosto de 2010

Cap : O2 Human Experience [Part Two]

Mientras estaba sentada me puse a desempacar mi atuendo de tenis y mis demás cosas para jugar.
Al tener mi ropa deportiva afuera empecé a desabotonar la blusa que llevaba puesta.
Pude notar que el espejo que estaba dentro del cubículo, cerca de un pequeño locker reflejaba mi piel blanca y mi brassiere. Exhalé el aire de mis pulmones y empecé a desvestirme de nuevo, quitándome el pantalón de mezclilla y retirándome los botines de los pies dejando a la intemperie los mismos que a mí parecer tenían encima unos calcetines bastante blancos.
Volví a mirarme en el espejo, allí estaba yo en ropa interior y calcetines tratando de aparentar algo que no era, me volví de espaldas al espejo.
Me deshice de mi blusa la doble al igual que el pantalón y los guarde en mi maleta, en cuanto a los botines solo los metí dentro del locker.

Continué en la hazaña de cambiarme de ropa, no era complicado pero en mi cabeza ahora existía una maraña de pensamientos eso me complicaba el cambiarme, rápido.
Logre darme un respiro y me puse mi camisa rosada, era mi favorita, después mi falda combinada con un short pequeño.
Mi atuendo para jugar tenis era precioso me encantaba por la combinación de colores, rosado y blanco era lindo, pero aun me hacía falta algo; ponerme los tenis, cosa que me daba bastante pereza pero era muy necesario usarlos, no podía jugar descalza, bueno si podía pero Robert no lo vería con buenos ojos, así que a ponerse los tenis se ha dicho.

Tome asiento de nuevo y me incline hasta llegar a mis pies, tomé mis tenis de la banca y me los puse, anude las agujetas y me puse de pie.
Me mire en el espejo que había allí, me veía tan humana que en mi rostro apareció una sonrisita graciosa que me alegro un poco el día. Revise mi peinado y me veía bien.
Tome mi maleta del suelo, la cerré y la introduje en el locker donde se encontraban mis botines. Cerré la puertecilla del locker con la llavecita y esta misma la puse en el pequeño bolcillo de mi falda.

Caminé hasta la salida del vestidor. Ya allí afuera me puse a buscar entre la gente a alguien que se dirigiera a las canchas de tenis, donde se supone que estaría mi hermano.

Logré encontrar a un chico, lo seguí y ya entrando en la zona de las canchas mire hacia una de ellas y allí estaba Robert con una mirada furtiva que se dirigía en mi dirección, era más que obvio que él estaba molesto conmigo, pero eso a mí no me dio importancia alguna.
A fin de cuentas mis sentimientos a Robert no le importaban absolutamente nada.
Caminé despreocupada con paso firme en dirección a él, a cada paso que yo daba su mirada se volvía más retadora.
Yo en defensa le obligué a dejar de mirarme así emitiendo un gruñido gutural, desgarrador y lo bastante fuerte como para que él se pusiera en guardia, era como si un león estuviera a punto de atacar a otro.

Robert trataba de intimidarme con la pose que había tomado y mirándome como si fuera a matarme en ese preciso momento, a mi parecer eso no daba ni tantito miedo.
Escéptica enarqué las cejas mofándome de su intento fallido por asustarme.
Acto seguido le mostré los dientes afilados, le gruñí una vez más. Robert solo se limito a relajar la postura, bufo, me miro de pies a cabeza, lógicamente yo seguía dispuesta a responder algún ataque de su parte.

Rob se sorprendió por mi reacción y al parecer esta lo obligó a relajarse una vez más.
Camino unos cuantos pasos lejos de mí, se volvió y me miraba como si buscara algo en mí algo raro, olfateo el aire y sus ojos se tornaban obscuros como la obsidiana, siguió mirándome, hasta que al fin me sostuvo la mirada. Yo no iba a bajar la guardia seguía tal y como antes. Dispuesta a todo.

El solo se limito a darse la vuelta de nuevo y tomar su posición de juego al otro lado de la cancha, seguía mirándome.

-Estúpido vampiro cobarde- me dije a mis adentros.
-Aianna guárdate tus comentarios- Balbuceo

Me percate que Robert leía mis pensamientos. Esto lo hacía con tan solo ver mis ojos, y establecía una especie de contacto entre mi mente y sus ojos lee mentes, me disgusto el hecho porque al parecer yo nunca tendría privacidad, eso significaba que siempre que yo lo veía a los ojos él no se aguantaba la curiosidad de saber lo que yo pensaba y hurgaba en mis pensamientos, eso no era jugar limpio.

-¿Quieres hacerme el favor de dejar de leer mis pensamientos?- le grite enfurruñada
-Aianna cállate por favor- replico irritado
-¿Sabes qué? Dame mi raqueta- le ordene enérgica- esto lo arreglaremos en la cancha.

Robert se acercó a mí a una velocidad; promedio, pero imposible de ver a los ojos de un humano, me tomo por el brazo y nuestros rostros quedaron a tres centímetros de distancia entre ellos.

-¡Maldita sea! ¿Qué tú no puedes estar un momento en paz conmigo?- inquirió molesto
-No- admití tajante- así que dame esa raqueta ahora mismo.
Liberé mi brazo y tomé distancia.

-Mierda Aianna ¿Cuándo será el día que obedezcas mis órdenes?- me cuestiono
-El día en que tú dejes de ensañarte conmigo hare lo que tú me pidas- le señale molesta

Le arrebaté mi raqueta de la mano y tome mi posición de juego, al otro lado de la cancha, estaba lista para dar mi vida por así decirlo en este juego, Robert tenía que entender que no puede controlarme como a una marioneta. No más.
Verdaderamente estaba molesta con mi hermano, el no entendía nada de lo que yo quería. Y en definitiva este juego era mi oportunidad perfecta para demostrarle que ya no soy una niña inmadura como se que él piensa que soy.

Rob me miro por un momento, pude notar sus ojos carecían de luz y de cambio alguno, aun conservaban ese color negro, igual que la obsidiana.

Mi hermano era tan cerrado a la posibilidad de aceptar que comete errores, que su actitud me enfermaba.

Inhalé profundo, volví la cara hacia el astro rey que brillaba fuerte en las alturas, sus rayos me daban calor, ese calor tan agradable que tanto extrañaba sentir desde hace décadas.
Sin querer en mi cara apareció una gran sonrisa, el sol influía en mi estado de ánimo, mi piel fría cual tempano de hielo podía sentir la calidez del ambiente, este tenía que ser uno de esos días inolvidables como dicen los humanos.
Podía sentirlo a pesar de la negatividad de mi hermano, el aire tenía algo especial, algo que podía hacerme sentir nervios y extraña. Esa sensación de vértigo que hace que le tiemblen a uno las extremidades y los dientes, no puedo explicar el mar de sensaciones que ahora sacuden a mi persona, solo sé que hoy acontecerá algo que quedara en mi memoria.
Robert tomó la pelota de tenis en sus manos y se preparó para sacar.
Yo empuñe mi raqueta con seguridad, para ganar esta contienda.
Robert aventó la pelota hacia arriba y con la mirada siguió la trayectoria para golpear la pelota con la raqueta, mi hermano desde mi posición se veía majestuoso e imponente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario